14 de octubre de 2011

El libro de los abrazos (4)

EL CRIMEN PERFECTO
En Londres, es asi: los radiadores devuelven calor a cambio de las monedas que reciben. Y en pleno invierno estaban unos exiliados latinoamericanos tiritando de frio, sin una sola moneda para poner a funcionar la calefacción de su apartamento.
Tenian los ojos clavados en el radiador, sin parpadear. Parecian devotos ante el tótem, en actitud de adoración; pero eran unos pobres náufragos meditando la manera de acabar con el Imperio Britanico. Si ponian monedas de lata o cartón, el radiador funcionaria, pero el recaudador encontraría, luego, las pruebas de la infamia.
¿ Que hacer ? se preguntaban los exiliados. El frío los hacía temblar como malaria. Y en eso, uno de ellos lanzó un grito salvaje, que sacudió los cimientos de la civilización occidental. Y asi nació la moneda de hielo, inventada por un pobre hombre helado.
De inmediato, pusieron manos a la obra. Hicieron moldes de cera, que reproducian las monedas britanicas a la perfección; después llenaron de agua los moldes y los metieron en el congelador.
Las monedas de hielo no dejaban huellas, porque las evaporaba el calor.
Y asi, aquel apartamento de Londres se convirtió en una playa del mar Caribe.
Eduardo Galeano